El circo de Navacelles es una curiosidad geológica situada al norte de Montpellier, ya en el departamento del Gard. El río Vis excava desde el relieve desde hace más de 3 millones de años. Hoy la garganta excavada, un gran desfiladero con 300 metros de profundidad, separa la meseta de Larzac de la de Blandas.
La vista desde ambos márgenes es espectacular. Hay varias posibilidades para disfrutar del panorama. En la vertiente sur un gran restaurante/boutique de souvenirs ofrece una visión increíble. Del otro lado, terminada la serpenteante carretera, la vista es igualmente apoteósica. El paisaje de las dos mesetas es rudo e inhóspito, castigado por el viento y la fuerza de los elementos. Las laderas del precipicio son pedregales y las carreteras que descienden al cauce del río son muy empinadas, ¡cuidado conductores! Parecería una temeridad bajar de la cómoda planicie a ese recodo cavado por el río, pero el desafío será recompensado.
Excursiones al Circo de Navacelles.
Es recomendable sin embargo realizar la visita a partir de marzo o mejor abril y no aventurarse después de octubre. Dada, la profundidad y el perfil del sitio, en invierno el clima y la cortedad de los días hacen que la luz se retire muy pronto sumiendo al desfiladero entre sombras.
Al fondo el río Vis ha abandonado su cauce antiguo, dejando un antiguo meando de lado y excavando un camino más recto. Una serie de pequeñas cascadas suple al abandonado arco del meandro, hoy convertido en fértiles tierras de labranza. Las paredes de roca caliza ya quedan a nuestros lados, recubriendo la cubeta de la que sobresale el montículo alrededor del cual el río discurrió antaño. Lo más espectacular sin duda es el acercamiento, el descenso y de nuevo el ascenso.
La cubeta formada por el río, es un buen lugar para almorzar en verano, buscando un poco el fresco que el río proporciona. Hay un buen parking, pero es posible que en verano se llene de vehículos. Hay varios lugares cerca del río donde es posible comer tranquilamente. Existen también un par de restaurantes y una pequeña crepería, donde los autores de está página se comieron unas buenas crepes en una tarde de marzo, bastante intempestiva, por cierto. El local, regentado por una amable pareja rezuma de la alegría de quien ha huido del mundanal ruido para buscarse su futuro en un lugar más tranquilo. Música folk, tarareada por el hacedor de crepes, y un ambiente familiar destacan en este pequeño restaurante donde también uno puede hospedarse.
Navacelles se visita rápidamente, por lo que se lo recomendamos como escala, para comer o descansar, antes de internarse en el Parque Nacional de Cévennes, o de volver a Nimes o Montpellier. Sobre la meseta, se pueden encontrar dólmenes, menhires y cromlechs testimonios de la precoz presencia humana en la región.